¿Es necesario estar enfadado cuando un padre/ madre tiene que corregir, castigar o poner un límite?.
Por lo general los padres cuando corrigen una conducta inapropiada del hijo suelen mostrarse enfadados y dolidos con el niño, con la intención de que el niño sea más consciente del mal que ha hecho y aprenda con más eficacia. Pero, ¿cómo vive el niño esta situación?.
Cuando un hijo percibe que sus padres están enfadados, dolidos o decepcionados, el hijo por el apego que les tiene y la necesidad de sentirse querido por ellos, va a intentar con todos sus recursos restaurar la armonía. Su principal preocupación y atención va a estar en que mamá o papá ya no estén enfadados con él. Les genera mucha ansiedad sentir, que este vínculo tan necesario y vital para ellos se puede romper o debilitar y se quedan bloqueados. Pero sin embargo, apenas consiguen reflexionar sobre los que han hecho y las consecuencias que ha tenido.
Es más eficaz y sano, poner límites dejando claro que se le quiere mucho, y pudiendo estar cariñosos después de corregir o castigar. Cómo no están acostumbrados a este método, puede generar al principio algo de confusión y decirle al padre o madre “ahhh ya no estoy castigado” (cómo le habláis bien, puede pensar eso) y ahí debemos reforzar esta idea. “Si, sigues castigado, lo que has hecho está mal y tiene esta consecuencia”. Por lo que al niño le será más fácil reflexionar sobre lo que ha hecho y lo que ha implicado, pero no se quedará enganchado en lo emocional con pensamientos de este tipo; mis padres están enfadados, les he decepcionado, no soporto que mi mamá no me hable…
Por lo general los padres cuando corrigen una conducta inapropiada del hijo suelen mostrarse enfadados y dolidos con el niño, con la intención de que el niño sea más consciente del mal que ha hecho y aprenda con más eficacia. Pero, ¿cómo vive el niño esta situación?.
Cuando un hijo percibe que sus padres están enfadados, dolidos o decepcionados, el hijo por el apego que les tiene y la necesidad de sentirse querido por ellos, va a intentar con todos sus recursos restaurar la armonía. Su principal preocupación y atención va a estar en que mamá o papá ya no estén enfadados con él. Les genera mucha ansiedad sentir, que este vínculo tan necesario y vital para ellos se puede romper o debilitar y se quedan bloqueados. Pero sin embargo, apenas consiguen reflexionar sobre los que han hecho y las consecuencias que ha tenido.
Es más eficaz y sano, poner límites dejando claro que se le quiere mucho, y pudiendo estar cariñosos después de corregir o castigar. Cómo no están acostumbrados a este método, puede generar al principio algo de confusión y decirle al padre o madre “ahhh ya no estoy castigado” (cómo le habláis bien, puede pensar eso) y ahí debemos reforzar esta idea. “Si, sigues castigado, lo que has hecho está mal y tiene esta consecuencia”. Por lo que al niño le será más fácil reflexionar sobre lo que ha hecho y lo que ha implicado, pero no se quedará enganchado en lo emocional con pensamientos de este tipo; mis padres están enfadados, les he decepcionado, no soporto que mi mamá no me hable…
Ser padres, a veces resulta muy complicado y hacemos lo que podemos. Cómo gestionar nuestras propias emociones mezcladas con las de nuestros hijos. A veces ocurre que mezclamos las acciones de nuestros hijos con lo que nos genera y les atribuimos una intención que no suele corresponder con la realidad. Y les decimos frases del tipo “Con lo que sabes qué esto me duele… Si me quisieras no lo harías” o “lo haces sólo para fastidiarme” Este tipo de comentarios son muy paralizantes para los chicos. Hay que corregir su comportamiento pero no engancharles con lo emocional.
Para ello, es importante tener claro cúal es nuestro fin último cuando corregimos, castigamos o ponemos límites. Este bien último que buscamos es; ayudarles a crecer, educarles, formarles como personas, en definitiva “quererles bien”. Por eso no está reñido poner límites y ser cariñoso, porque lo que hay detrás de nuestras acciones, es Amor, aunque los hijos, especialmente los adolescentes, no lo perciban en ese momento así, por su momento vital.
Para ello, es importante tener claro cúal es nuestro fin último cuando corregimos, castigamos o ponemos límites. Este bien último que buscamos es; ayudarles a crecer, educarles, formarles como personas, en definitiva “quererles bien”. Por eso no está reñido poner límites y ser cariñoso, porque lo que hay detrás de nuestras acciones, es Amor, aunque los hijos, especialmente los adolescentes, no lo perciban en ese momento así, por su momento vital.