sábado, 3 de agosto de 2019

La vocación al matrimonio


La vocación al matrimonio




Viva cada uno su vocación y hágalo con alegría. Algunos pensamientos y preguntas para comentar en grupo sobre el tema de la vocación universal a la santidad y la vocación al matrimonio.
“Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Hemos nacido para ser santos, para continuar la obra que Dios comenzó.
Todo el mundo está llamado a ser santo, pero no todo el mundo alcanza el mismo grado de santidad.
No sólo son santos: S. José, S. Ignacio de Loyola, Sta. Teresa… hay muchos santos que no están en los altares, que no son conocidos pero esto no es lo importante, lo importante es serlo. No se alcanza en un día, es una superación día a día.
1. Sería injusto decir que el aspecto de entregarse totalmente a Dios es el principal, el único. Dios no llama sólo para sí, sino pensando en la comunidad. Cuando invita a una pareja a santificar su amor en el matrimonio, piensa en los hijos que proporcionan a la sociedad, a la Iglesia, al cielo.


2. ¡La fuerza de la vocación hace que pueda quien, no teniendo fuerzas, quiere de veras!

3. Jesucristo sigue llamando con sus propios criterios, esos llamamientos son unas veces escuchados y otras veces resistidos. La heroicidad de la respuesta no está en manera alguna ligada a la espectacularidad del llamamiento; y así almas sencillas y buenas, respondiendo fielmente y en silencio, llegan a las alturas de la santidad pasando inadvertidas incluso para quienes con ellas conviven.
4. Jesucristo a veces impone la vocación, pero más de esas veces deja que el hombre decida libremente.  Hay tanteos, equivocaciones, incluso hasta encontrar el verdadero camino.
5. Piensa uno en fundar una familia, viendo la compenetración y el bellísimo ambiente de un hogar donde ese ideal se está realizando. Sueña con consagrarse a Dios, si en su camino se encuentra con personas que viven su consagración con fidelidad, entusiasmo y abnegación.


Los esposos cristianos, para cumplir dignamente sus deberes de estado, están fortificados y como consagrados por un sacramento especial, con cuya virtud, al cumplir su misión conyugal y familiar, imbuidos del espíritu de Cristo, que satura toda su vida de fe, esperanza y caridad, llegan cada vez más a su propia perfección y a su mutua santificación, y, por tanto, conjuntamente, a la glorificación de Dios (“GAUDIUM ET SPES”)
Viva cada uno su vocación y hágalo con alegría.
 PREGUNTAS
1.- ¿Se puede ser santos? ¿Cómo?
2.- ¿Qué sentido tiene el sufrimiento respecto a la santidad?
3.- ¿Con qué enemigos contamos para la santidad?
4.- ¿Con qué medios contamos para llegar a la santidad?
5.- ¿Todos nuestros actos los dirigimos a la santidad?
6.- ¿Es fácil llegar a la santidad?
7.- ¿Cómo se puede estar atentos a la llamada concreta que Dios nos hace a cada uno en nuestra vida?
8.- ¿Cómo crees que sirves más a Dios?
9.- ¿Estarías a dejar todas las cosas como Jesús indicó al joven rico del evangelio para seguir a Dios?, ¿Qué significaría dejar todo?
10.- Si no te vieras con fuerzas necesarias para llevar a cabo tu vocación, ¿Qué harías, abandonarías?
11.- ¿Cuál de estas vocaciones crees tu que necesita más oración y consulta? ¿Por qué?
12.- ¿Sigue Dios llamando hoy a los hombres o no?
13.- ¿Por qué siempre se que se habla de vocación se piensa en la entrega total a Dios?
14.- ¿Por qué se tiene miedo a la entrega total a Dios?
15.- ¿Crees que la persona se puede santificar del mismo modo llevando una vida matrimonial como una vida consagrada a Dios?
16.- ¿Qué relación existe entre Jesucristo, esposo de la Iglesia y el sacramento del matrimonio?
17.- ¿Qué te sugiere la siguiente afirmación de S. Juan Crisóstomo?: 

“Quien condena al matrimonio, priva también a la virginidad de su gloria, en cambio, quien lo alaba, hace a la virginidad más admirable. Lo que parece un bien solamente en comparación con el mal, no es un gran bien, pero lo que es mejor aun que bienes considerados tales es ciertamente un bien en grado superlativo”.